POR PROF. RUBÉN VERGARA
Hay muchas palabras en nuestro idioma que tienen muchos significados, acepciones o, incluso interpretaciones, dependiendo de quién, cómo y cuándo se utilicen. De igual forma, en ocasiones damos por hecho que conocemos el significado de algunos conceptos porque son tan comunes o cotidianos que rara vez nos detenemos a reflexionar un poco acerca de ellos. Uno de esos conceptos es la confianza. Si preguntamos en la calle a las personas que significa esta palabra, seguramente la mayoría entiende a que se refiere, pero pocos serán los que sepan su significado.
La confianza es un valor, en función de que es algo intangible o no material y que representa un aspecto positivo para quien la experimenta o, en su caso, la brinda. Supongo que debe haber en el universo cognitivo una gran cantidad de conceptos o definiciones de esta palabra, pero como este texto no es, para nada, un documento científico, me limitaré a decir lo que para mí significa este vocablo. La confianza es un valor que implica tener la certeza de que algo o alguien va a actuar de cierta forma para lograr determinados objetivos.
Siempre que se habla de este valor, existe la posibilidad de que lo que se espera no se actualice o no se presente de la forma en la que lo estamos deseando, sin duda.
Se puede confiar en personas, hechos, animales, fenómenos naturales o en cualquier cosa que tenga un efecto dentro de alguna de las dimensiones del ser humano. Podemos confiar en que no lloverá en un evento importante, o en que un perro es tan dócil que no morderá la mano del amo, o en que la economía de un país será próspera, o en que un amigo buscará siempre la forma de ayudarnos. Es decir, es un valor muy amplio que puede aplicarse en muchos aspectos de la vida y muy independiente de su significado, es un hecho, que la confianza generalmente se traduce en tranquilidad para quien la siente.
¿Qué se necesita para sentir confianza? Puede parecer una pregunta difícil de responder, pero en realidad creo que no lo es tanto. Si se tiene la información o conocimiento necesario de algo, se puede confiar. La mayoría de nosotros, por ejemplo, no podría confiar en una persona a la que no se conoce. La verdad, es otro factor que nos ayuda a confiar, cuando nos referimos a un aspecto humano. Si sabemos que otra persona no nos miente o no la ha hecho nunca, nos da la pauta para confiar en ella. El vínculo o cercanía que tenemos con ciertas personas también debe ser una fuente de confianza, ya que es difícil pensar en que una persona cercana o que comparte ciertos vínculos de apego con nosotros, pueda hacer algo que no responda a esa confianza natural que se genera, por ejemplo, entre padres e hijos o esposos.
Contextualizando la confianza en el ámbito humano, que es lo más común, me parece que el afecto juega un papel importante. Es difícil que se genere confianza entre dos personas que no se quieren entre sí. La animadversión recíproca genera en automático lo contrario a la confianza, es decir un recelo natural que hace dudar que el otro pueda hacer algo positivo por nosotros.
La cosa se complica cuando se entromete la mentira, como siempre sucede. Esas personas que prometen cosas que al final no se cumplen o los engaños reiterados, va mermando la confianza hasta que se puede perder por completo. Y si es difícil generarla, creo que es aún más complicado recuperarla cuando ya se tuvo una vez y, por algún motivo se perdió.
Desafortunadamente es muy común encontrarnos con personas que dicen, hacen y proponen ciertas cosas y al final terminan actuando de forma contraria. Esos cambios van mermando la confianza hasta que llega un punto en el que ésta se rompe y se pierde por completo. Por ejemplo, si alguien nos debe dinero y cada vez que lo vemos nos dice que ya nos va a pagar, pero no lo hace, llegará un punto en el que además de la molestia por la falta de pago habrá desconfianza y si en un futuro esa persona nos vuelve a pedir dinero, no lo haremos porque sabemos que no nos va a pagar.
El silencio no ayuda a la confianza. Cuando una persona no actúa como nosotros esperamos, es preferible que se brinde una explicación para no dañar las bases de confianza mutua que hay entre dos personas. Quedarse callado es un error desafortunado que invariablemente termina con la confianza del más confiado.
Perder la confianza en alguien o en algo, no es algo agradable, pero es más común de lo que nos imaginamos. El humano es un ser social y como tal, llega a tener roces y conflictos con sus semejantes, eso es normal. Lo que no es normal es que cuando esos roces se presentan no se haga lo imposible por arreglarlos, ya que eso deriva en la controversia y, a veces, cosas peores.
Los seres humanos deberíamos de buscar siempre la congruencia entre lo que se piensa, se dice y se hace. Eso es una manera natural de que los demás tengan la certeza de nuestro actuar y así generar confianza.
Lo que sí es un hecho es que la vida con confianza es mucho más sencilla que cuando no la hay.